El escritor.
La agonía que siento a veces es tan grande que un golpe en la cabeza parece la mejor opción, sin ser extremistas. Os preguntaréis qué tipo de agonía es, que puede ser tan malo como para querer golpearte hasta quedar inconsciente. Es muy sencillo, casi infantil: la cruda realidad. A veces es algo soportable, hasta te agrada, pero otras veces es tan dura y te limita tanto…¡te dan ganas de gritar, de pedir auxilio hasta quedarte sin voz, hasta poder ser quién tú quieras, hasta poder volar lejos de la realidad..!!! Por eso me gustan tanto mis compañeros, mis más fieles ayudantes, mis cruces de caminos. Me pierdo en ellos como y sueño con llegar a todos los mundos que en ellos están marcados con la mera intención de que nos atrevamos a seguirlos. Pero casi siempre las cosas van más allá de un mero sueño y necesito mucho más, poder hacer que todo eso perdure, que cuando no tenga fuerzas ni para pensar en posibles realidades mis antiguos sueños me den la luz que necesito para seguir viviendo, así es como comencé a escribir. Al principio son pequeñas palabras clandestinas que se cuelan en los bordes del inglés, más adelante cuadernos enteros completados en mis “horas de estudio”, con el tiempo ya casi es un vicio y, casi sin darte cuenta, un día estás escribiendo una historia sobre cosas imposibles en lugar del trabajo de naturales. Eso es lo que me pasó a mí, aunque ahora estoy descubriendo un nuevo punto en la cadena: la profesionalidad. Ya no te vale con escribir una historia pasable, quieres ser mejor. Empiezas a perfeccionar, a razonar cada palabra y, de repente, escribir es algo más que un pasatiempo, un vicio o una forma de desahogo. ¡Es un arte!!! Así es como, en mi opinión, se empieza a escribir de verdad y ese es el día que comprendes que las personas más fuertes y valiosas de este mundo son los lectores, ya que saben alimentarse tan solo de dulces palabras. También descubres, con el paso del tiempo, que los escritores tienen la misión de proteger al lector de la palabra necia, del sin-sentido o de la predictibilidad. Cuando lo terminas de entender, en ese preciso momento en el que te das cuenta de lo importante que es escribir bien, que cada frase se una a la otra, que renuncies a cosas tan simples como la vida social por tu tinta y tus hojas, eres un escritor, que lo hagas bien o mal es otra asunto que ahora no voy a tratar, pero escritor eres. Otra cosa importante que, siempre en mi opinión, debe tener el escritor es ser capaz de sacar una historia de un simple dibujo o imagen y no me refiero a un cuento, sino a una historia completa, un libro que no tiene por qué acabar nunca, que siempre pueda ser continuado por ti mismo o por otra persona distinta.
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